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Consejos para el primer uso de tu estufa de leña

15/02/2022 4'

Consejos para el primer uso de tu estufa de leña

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Usa siempre leña seca. Procura comprar la que tenga un grado de humedad igual o inferior a un 20 %, ya que a niveles superiores la madera tiene una combustión muy mala. De esa manera, generaría menos calor y demasiada producción de vapor, así como de alquitrán y otros residuos que ensuciarían más de la cuenta el aparato, el cristal y los conductos para la salida de humos.

Consejos interesantes

Usa siempre leña seca. Procura comprar la que tenga un grado de humedad igual o inferior a un 20 %, ya que a niveles superiores la madera tiene una combustión muy mala. De esa manera, generaría menos calor y demasiada producción de vapor, así como de alquitrán y otros residuos que ensuciarían más de la cuenta el aparato, el cristal y los conductos para la salida de humos. Si lo prefieres, puedes usar briquetas (troncos hechos prensando restos de leña).

Jamás enciendas el fuego con productos líquidos inflamables como alcohol o gasolina. Esto se debe cumplir a rajatabla, no solo en el primer encendido, sino en todos y cada uno de ellos, ya que es sumamente peligroso.

Utiliza las pastillas que se fabrican especialmente para facilitar esta labor o ayúdate con papel, astillas, leña menuda e incluso piñas de pino bien secas si están libres de resina.

No uses tu estufa como cubo de basura doméstico. La grasa de los productos orgánicos acabará obstruyendo los conductos con el consiguiente peligro de incendio y su humedad estropeará la madera, lo que conlleva lo que ya te hemos explicado en el párrafo anterior.

Por otra parte, algunos barnices y pinturas de muebles rotos pueden contener plomo y otros metales pesados tóxicos que te pueden llevar al hospital al ser inhalados y, en el peor de los casos, producir la muerte.

Los productos de todo tipo de plásticos, además de tóxicos, contaminan el aire dañando el medioambiente. Y tus pulmones.

Guía práctica de uso general

No te asustes si, en los primeros encendidos, ves que se produce más humo del que te esperabas. Es normal, ya que las estufas llevan una pintura especial anticalórica con componentes que, al quemarse, favorecen la adhesión de los pigmentos a la estufa. Por este motivo, te recomendamos ventilar profusamente la habitación hasta que desaparezca este efecto.

No hagas funcionar la estufa a puerta abierta, no está diseñada para trabajar así, sino con las puertas cerradas con intervalos de apertura intermitentes para la recarga de leña.

Ya te hemos explicado cómo encender el fuego fácilmente de forma segura la primera vez. Ahora te vamos a ampliar la información para todos los encendidos.

En cuanto haya prendido la leña liviana, al comienzo del proceso, deberás incorporar una primera carga de dos troncos que pesen unos 2 o 3 kg. Para hacer esto, el tiro de aire ha de estar abierto en su totalidad. Si lo consideras oportuno, puedes avivar el fuego en los primeros instantes abriendo el cajón que sirve para recoger las cenizas.

Cuando tengas un fuego intenso, constante y duradero, cierra por completo el cajón de ceniza (si lo tuviste que abrir) y regula a tu gusto la intensidad de la llama cerrando los tiros de salida del aire. Cuanto más abiertos estén, más fuerte será la llama y antes se consumirá la madera. Cuanto más los cierres, obtendrás una combustión más lenta y un fuego más regular. Encuentra el equilibrio según tus gustos y necesidades.

La potencia nominal del aparato la conseguirás colocando, más o menos, 4 kg de leña, unos 4 troncos de algo más de 1 kg. Coloca los leños en horizontal y levemente separados entre ellos para que no se ahogue el fuego por falta de oxígeno.

Es importante que no recargues la estufa hasta que no se hayan consumido los troncos que pusiste con anterioridad. Deberás esperar a que se haya consumido el grueso de la carga anterior y solo queden las brasas, que tienen que estar al rojo vivo.

Mantén siempre los tubos de salida de aire libres de bloqueo para que la combustión pueda producirse y para evitar que el humo pueda colarse en la estancia.

El cristal de la puerta de las estufas tiene una junta hecha con fibra de vidrio que, con el uso, se suele deshacer. Esto es perfectamente normal y, si bien tu estufa puede seguir funcionando sin ella, te recomendamos vivamente que la repongas al menos una vez al año.

El cajón que tiene la estufa en su inferior sirve para recoger y retirar fácilmente las cenizas. Vacíalo con frecuencia, no esperes a que esté lleno porque podría estropearse la parrilla.

Te recomendamos que deposites estas cenizas en cubos metálicos sin otros productos de desecho ni bolsas de basura de plástico que puedan derretirse o quemarse, pues permanecen bastante calientes aun habiendo pasado un día entero o incluso más. Además, pueden contener alguna brasa que, por diminuta que sea, en su interior aún estará al rojo vivo.

No abras bruscamente la puerta para disminuir la salida del humo. Tampoco debes abrirla nunca mientras el tiro se encuentre cerrado.

Solo debes abrir la puerta para hacer las recargas de combustible.

Es importantísimo que tengas siempre en cuenta que todos los elementos de la estufa, como son los componentes de latón o el cristal, así como la propia estufa, se pueden poner muy calientes al experimentar en su interior temperaturas muy elevadas, por lo que debes extremar la precaución para evitar quemaduras. Manipula estas piezas con un guante adecuado y mantén alejados a niños y mascotas.

Pon especial atención a no sobrecalentar la estufa. Si te percatas de que existe un sobrecalentamiento, corrige el problema rápidamente cerrando los tiros de aire, ya que, al entrar menos oxígeno, se reducirá la intensidad de las llamas.

Ante cualquier funcionamiento anómalo, cierra los tiros de aire y ponte en contacto con el fabricante del aparato.

Fermin Aparicio

Siempre en busca de la mejora, dedico todo mi tiempo en optimizar productos y procesos para ser más eficientes. En mi tiempo libre me gusta viajar y descubrir mundo.